Abril del 95: buen año. . . . . (según yo)

Destino

Paraje solitario, olvidado
igual a todos los tiempos ya vividos
como un ciclo que retornaría día
a su origen oculto por la bruma
que ha nacido del aliento imperdonable,
del hedor de una raza ya perdida.
Inexorable hado, te aproximas
a vista y paciencia de quien te ha conocido;
pero todos ya olvidaron tu anterior visita
y es ello lo que nutre tu morbosa alegría,
el saberte no temido, ni aún despreciado,
así el campo llano queda a tu merced,
lista a que tu manto se cierna,
quebrando el silencio de la inocencia.
Y el terror llega, infierno que abrasa,
el estrépito que invade y cala hondo,
aplastando con su silencio el silencio primitivo,
aquel que como reliquia se cuidaba,
como único recuerdo tangente del principio
pues lo era,
como aquel principio...
Paraje solitario, ya no eres el mismo,
ni siquiera en el olvido hoy existes,
el tiempo se acabó, y nada dejó;
sólo aquel silencio...
aquel que una vez invadió el todo,
aquel que una vez lo fue todo;
mas hoy el ciclo se cierra,
la bruma se dispersa,
muere el hado y busca su destino
lejos...