Autoimagen

¿Existe acaso un juez más duro e insensible con uno que uno mismo? Todos los seres humanos, además de nuestra esencia, proyectamos una imagen. Esa imagen es nuestra carta de presentación a la sociedad, la que nos permite relacionarnos, y la que determina los márgenes de dicha relación. Pero a la vez, tenemos la imagen que creemos que presentamos, o que nos presentamos a nosotros mismos. Dicha imagen es vista desde dentro, con una óptica la mayor de las veces más crítica que la sociedad tiene de nosotros, pues pierde la influencia del medio para ser generada, cosa que influye bastante en el resultado final. Si a eso le suman una personalidad depresiva, o un período depresivo en la vida, el resultado puede ser, bueno, algo como esto...

Variación primera

Expuesto totalmente a la lluvia
dura, seca, larga, tortuosa
de toneladas de estímulos
la mayoría indescifrables, vagos,
estoy hoy, lleno, pletórico, de información;
cada instancia de procesarla
acabar con mi decencia, mi propiedad,
no hay traducción, y la búsqueda
es mortal de por sí.
Imagino volátiles sueños
como paños de tul en un huracán,
llevados por la fuerza infinita
de origen y fin desconocidos
a la nada...
imagino mi cruel soledad
como aguzada bayoneta calada,
tan fina pero tan destructiva;
lo suficiente para penetrar leve
y destrozar todo su paso
en mí...
te imagino, ridículamente
como la cima más alta
o la sima más profunda,
ni con el máximo esfuerzo
ni el mayor aparataje llego a ti,
y te yergues, frente al todo
como si nada...
Imagino al mundo y su gente
como una máquina común:
toda pieza es reemplazable,
y si la máquina del todo falla
no importa, es desechable...
Imagínome a mí, como…
no puedo, no soy capaz,
no porque se lo que soy
y como soy, y sólo imagino
lo que no alcanzaré,
o lo intrínseco a ti y a mí...
No puedo, no soy capaz,
porque soy solitario no me veo rodeado,
porque sueño no me imagino concreto,
porque no sé amar no asemejo un corazón,
porque ni yo me estimo no soy espejo,
porque todo lo oculto no soy cristal,
porque no me comprendo no soy diccionario,
porque sólo soy yo... no soy nada.
Y al cabo y al fin sólo soy eso,
un ente aislado, rodeado de nada,
una presencia sutil y dispersa en el aire,
un órgano cualquiera y trasplantable,
un vidrio opaco, sin reflejos,
un vidrio turbio, enrarecido,
una historieta porno censurada...
un yo como otros muchos hay.
Y sigue el vendaval de estímulos
y ni aún ahora dilucido nada...
como leyendo un texto en sánscrito,
como estudiando astronomía con binoculares,
como haciendo fuego con agua...
como soñándome feliz.
Mas así y todo estoy bien,
porque solo heme conocido
porque soñando he abierto mi mente,
porque sin amor he amado,
porque inestimado soy inestimable,
porque ocultando todo me protejo,
porque incomprendido me distingo,
porque siendo nada me basto.
Tal vez no es útil lo dicho,
ni sentido alguno tenga,
mas finalmente tiene un fin
último y verdadero propósito,
pues la lluvia de irracionalidades
una tras otra y concatenadas
permítete ver la senda racional
y permíteme activar el pensamiento,
aunque sea involuntariamente
y sólo por un corto lapso
del tiempo sideral de vida.
Expuesto al mundo tal y como soy
cierro esta puerta que no debió abrirse
pero que como todo lo que no debe
se hizo, para contrariar
el orden establecido... de antes.
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